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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: The State of Affairs: Rethinking Infidelity
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9781538503799
Editorial: Planeta
Esther Perel trabaja sobre la idea de la infidelidad de manera amplia y desde muchas, sino todas, las perspectivas posibles.
¿Cuál es el trasfondo de lo que muchas personas creen que es la mayor de las traiciones en una pareja y, al mismo tiempo, siempre está presente, ya sea en el hecho concreto o en el miedo a la posibilidad?
La autora comienza afirmando que las personas somos contradicciones andantes. Así como la mayoría de la gente dice que sería terriblemente malo que su pareja le fuera infiel, y que además mintiera sobre ello, las mismas personas afirman que mentirían si fueran infieles.
Además, cuando se les pregunta si tendrían un amorío si supieran que nunca serían descubiertos, la mayoría responde afirmativamente.
En este sentido, plantea que la definición de adulterio es al mismo tiempo muy simple y muy complicada. Actualmente, la ética de las relaciones ya no es dictada por una autoridad religiosa, sino que las parejas deben marcar sus propios términos.
Todas las formas de la infidelidad moderna involucran la noción del incumplimiento de un contrato entre dos individuos. Ya no es pecar contra Dios, romper una alianza familiar o ensuciar el linaje. El núcleo de la traición actual es una violación de la confianza.
No se trata de un comportamiento sexual o emocional particular, sino el hecho de que el comportamiento no está dentro del acuerdo de pareja.
El problema es, según Perel, que en general no solemos invertir mucho tiempo negociando de forma explícita estos acuerdos. La autora considera que algunas parejas trabajan sus acuerdos de manera concreta, pero que la mayoría se mueve por prueba y error.
Perel propone una definición propia de la infidelidad. Según ella, esta incluye uno o más de estos tres elementos constitutivos:
Secretismo: un amorío siempre vive en la sombra de la relación primaria, esperando nunca ser descubierto. El secretismo es precisamente lo que intensifica la carga erótica. Desde la infancia vivimos con alegría la práctica de mantener secretos. Nos hacen sentir poderosos, menos vulnerables y más libres.
Alquimia sexual: parte de una definición más amplia de la sexualidad, que no refiere a la mera existencia del acto sexual. Plantea que los amoríos a veces incluyen sexo y a veces no, pero siempre son eróticos.
Involucramiento emocional: casi todos los amoríos registran un componente emocional, en algún grado u otro.
En los últimos años, ha surgido una nueva categoría: la infidelidad emocional. Generalmente, es usada para indicar que la traición no involucra sexo pero sí una cercanía emocional inapropiada que debería estar reservada a la pareja.
Sobre esto, la autora plantea que debemos ser cuidadosos en no estar promoviendo un reduccionismo erótico con el uso de este término, entendiendo que en muchos casos, lo que llamamos infidelidades emocionales están cargadas de tensión sexual.
Nuestro modelo de amor romántico es aquel en el cual esperamos que nuestra pareja sea nuestra principal acompañante emocional y la única persona con quien compartimos nuestros más grandes sueños, deseos, dolores y ansiedades.
Perel establece que el amor romántico es un concepto al menos cuestionable, porque cuando canalizamos todas nuestras necesidades íntimas en una sola persona, en realidad estamos haciendo de la relación algo más vulnerable.
Cuando se trata de infidelidad, como en la mayoría de los aspectos de la vida, los seres humanos cometemos aquello que los psicólogos sociales llaman “sesgo actor-observador”: si la otra persona nos engaña es porque es una persona egoísta, débil y que no merece confianza. Pero si yo lo hago es por la situación en la que me encuentro.
Respecto a nosotros nos concentramos en suavizar las circunstancias, pero respecto a otros culpamos a las personas. Nuestras definiciones de infidelidad son inseparables de las historias que nos contamos a nosotros mismos, y estas evolucionan con el tiempo.
La autora habla de que, por primera vez en la historia, las personas queremos tener sexo con nuestros esposos y esposas por placer y no solo por un mandato social que nos obligue a tener hijos. Queremos sexo porque lo deseamos.
Perel cita a Anthony Giddens, quien explica en su libro “La transformación de la intimidad” que, cuando el sexo fue separado de la reproducción, dejó de ser una característica de nuestra biología para volverse un marcador de nuestra identidad.
Nuestra sexualidad es ahora una expresión de quienes somos y no solo algo que hacemos.
Nuestra sociedad de consumo nos educa también afectivamente. Cuando la novedad se vuelve lo más deseable, la obsolescencia de los objetos se programa de antemano para asegurar nuestro deseo de reemplazarlos. Y la pareja no es una excepción.
Vivimos en una cultura que continuamente nos seduce con la promesa de algo mejor, más joven, con más ventajas.
En relación con esto, la autora habla de que muchas personas sufren todo el tiempo una suerte de miedo a estar perdiéndose de algo y entran en la búsqueda perpetua de algo mejor.
Al momento en que obtenemos lo que queremos, nuestras expectativas y deseos tienden a elevarse y terminamos sin sentirnos más felices.
La cultura de la elección nos atrae con sus infinitas posibilidades, pero también ejerce una sutil tiranía. La consciencia incesante de alternativas disponibles nos invita a hacer comparaciones desfavorables, debilita el compromiso y nos impide disfrutar el momento presente.
Perel explica que la revelación de una infidelidad es un momento clave en la historia de un matrimonio y que el shock del descubrimiento paraliza el cerebro reptil, disparando una respuesta instintiva: luchar, huir o congelarse.
Ella recomienda, aunque es entendible que resulte muy difícil hacerlo en esos momentos, que las parejas hagan el trabajo de separar sus emociones sobre la infidelidad de las decisiones respecto a la relación.
El matrimonio se ha convertido en una especie de castillo de fantasía diseñado para ser todo lo que queramos. La infidelidad lo demuele, dejándonos con la sensación de que no existe ningún lugar de donde agarrarse.
La autora utiliza esta metáfora del castillo para explicar por qué la infidelidad moderna duele tanto y es realmente traumática.
Explica que la infidelidad es un ataque directo a una de nuestras más importantes estructuras psíquicas: nuestra memoria del pasado. No solo se desvanecen las esperanzas y planes de una pareja, sino que se vuelve frágil toda su historia.
La autora plantea algo interesante sobre la inseguridad que invade a la persona engañada, como si se tratara de una pérdida de identidad propia cuando esa identidad y autoestima han sido construidas sobre la idea del amor romántico.
Por mucho tiempo, las personas hallaban una sensación de valor propio en el sometimiento a los valores y expectativas de la religión y la jerarquía familiar. Pero, dada la ausencia de las viejas instituciones, estamos ahora encargados de hacer y mantener nuestra propia identidad, y las cargas de ser uno mismo nunca habían sido tan pesadas.
Estamos constantemente negociando la sensación de valor propio. En el amor romántico, nos convertimos en una suerte de ganadores de un concurso, el primero y único. No es de sorprender que, entonces, la infidelidad nos arroje hacia un pozo de confusión existencial y de desconfianza en uno mismo.
La autora toma una cita de Viktor Frankl para hablar sobre el acto de procesar una infidelidad: “Todo le puede ser arrebatado al hombre, excepto una cosa, la última de las libertades humanas: elegir la actitud que se tendrá frente a cualquier grupo de circunstancias, elegir el propio camino”.
Perel dice que lo mejor es arreglarse, incluso si no tenemos ganas. Hacer cosas para cuidarnos a nosotros mismos y dejar que nos cuiden también. Animarnos a hacer cosas que nos hagan sentir bien y que contrarresten la urgencia por escondernos.
En esos momentos debemos darnos cuenta de que necesitamos encontrar nuestra propia forma de reclamar nuestro valor.
La experiencia de la autora le ha hecho plantearse una mirada más allá de la visión común de que la infidelidad siempre es un síntoma de una relación fallida.
La realidad es que la transgresión tiene un increíble poder de seducción. Desde siempre, romper las reglas es una afirmación de nuestra libertad por encima de la convención, de la posibilidad por encima de los límites, de los deseos propios sobre los de la sociedad.
Es justamente allí donde reside el atractivo de las vidas no vividas. Cuando elegimos una pareja, nos comprometemos con una historia, pero también es normal que nos dé curiosidad saber qué otras historias podríamos haber experimentado.
Los amoríos nos ofrecen la posibilidad de tener un pantallazo de esas otras vidas, una mirada pequeña hacia lo desconocido.
En nuestra cultura de la monogamia, donde solemos depositar todas nuestras expectativas y deseos en el matrimonio, el divorcio o la resignación tienden a ser consideradas las dos únicas formas legítimas de actuar, explica Perel. El matrimonio necesita de nuevas opciones.
Nos apresuramos a culpar a la infidelidad por destruir relaciones, pero no nos detenemos a pensar que quizá el factor más destructivo, en muchos casos, es la insistencia de mantener la exclusividad sexual a toda costa.
Quizás, algunas parejas podrían seguir juntas si estuvieran dispuestas a atender a sus diferentes necesidades sexuales y replantear la estructura de su matrimonio. El conflicto es que esta conversación implica enfrentarse al ideal romántico: la monogamia.
La resistencia a siquiera considerar la posibilidad termina destruyendo demasiadas parejas y familias felices.
La condena absoluta que se establece frente a un amorío nos distrae de los verdaderos asuntos de detrás. También es cierto que se crea una jerarquía fija de faltas relacionales porque el rechazo sexual y emocional no son considerados cosas tan serias como la infidelidad.
La infidelidad solo es una forma de no monogamia: la variante no consensual. Existen muchas otras formas de no monogamia consensual, donde las parejas explícitamente negocian los límites sexuales y emocionales de sus relaciones.
Perel dice que sus pacientes no monógamos no son personas que se están rebelando contra el compromiso en sí, sino que están buscando formas más realistas de vincularse y de hacer cumplir sus promesas.
La autora establece que para comenzar una crítica constructiva de la monogamia, tenemos que poder mirar más allá de la simple pregunta sobre cuántas parejas sexuales están permitidas para cada persona dentro de la pareja y realizar un análisis más profundo de la fidelidad.
Para muchas personas, la exclusividad sexual se siente inseparable de la confianza, seguridad, compromiso y lealtad. Parece inimaginable que podamos mantener esas virtudes en una relación más permeable.
Sin embargo, la autora toma las palabras del psiquiatra Stephen B. Levine, quien afirma que cambiar nuestros valores es parte integral de nuestra experiencia de vida. Si a lo largo de nuestras vidas cambiamos nuestros valores políticos y religiosos, así como con los profesionales, ¿por qué no hacerlo con los sexuales?
Nuestros valores evolucionan según maduramos, y como dice Levine, “se mueven de un entendimiento dicotómico de los problemas éticos y morales a la comprensión de la gris ambigüedad de la mayoría de los conflictos”.
Tal vez podríamos considerar la fidelidad como una constante relacional que abarca el respeto, la lealtad y la intimidad emocional, y que podría o no incluir la exclusividad sexual, dependiendo de los acuerdos entre las personas involucradas.
Más allá de las distintas percepciones de infidelidad que existen, la mayoría de las personas no pueden escapar a la angustia de sentirse engañadas o de no encontrarse completamente a gusto dentro de la dinámica de pareja con exclusividad sexual.
En “¿Amar o depender?”, de Walter Riso, encontrarás un acompañamiento para poder vivir el amor de manera saludable y en libertad.
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Es una psicoterapeuta y escritora de origen belga. Se le adjudica haber popularizado el término “Inteligencia erótica” y sus obras suelen abordar la complejidad de las relaciones humanas partiendo de los conceptos de s... (Lea mas)
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